
Generalmente cuando nos dicen que tenemos que comer sano creemos que nos van a quitar todo lo que nos gusta, pero no es así, lo que sí dicen los expertos es que se tiene que consumir fibra en los alimentos diarios.
Y es que los expertos exponen que la fibra es un componente esencial de la alimento, además que es un tipo de carbohidrato que no puede ser digerido por nuestro cuerpo, pero es fundamental en la salud digestiva y general.
Hay dos tipos de fibra en la comida: la soluble que es la que atrae agua, formando una especie de mezcla gelatinosa que se une al colesterol y ácidos biliares que favorecen su eliminación.
Mientras que la fibra insoluble promueve la saciedad y favorece la pérdida de peso, acelera el tránsito intestinal, previene el estreñimiento y enfermedades como el cáncer de colon.
Otro aspecto destacable es su papel en la regulación del azúcar en sangre. La fibra, en especial la soluble, puede ralentizar la absorción del azúcar, ayudando a estabilizar los niveles de azúcar en sangre. Esto hace que una dieta alta en fibra sea útil para prevenir y controlar la diabetes tipo 2.
Las legumbres, como los frijoles, garbanzos y lentejas, también son una excelente fuente de fibra y deberían incluirse en la dieta al menos dos veces a la semana. Además de ser ricas en fibra, las legumbres también son una fuente notable de proteínas y otros nutrientes esenciales.
El brócoli, las nueces y los pistachos, por ejemplo, son muy ricos en fibra. Una taza de brócoli puede proporcionar hasta 2.7 gramos de fibra, mientras que 100 gramos de nueces o pistachos pueden aportar hasta 5 gramos de fibra.
El arroz integral, además de aportar fibra, contiene proteínas, vitamina E y magnesio. Cada taza de arroz integral puede aportar hasta 3.5 gramos de fibra.
La avena también es una excelente fuente de fibra. Una taza de avena cocida puede aportar hasta 5.5 gramos de fibra soluble.