
La aspirina es uno de los medicamentos más antiguos en el mundo, que se baso entre los griegos y los romanos usaban extractos de corteza de sauce para tratar el dolor y la fiebre, de ahí viene la aspirina, pues resulta que esos árboles tenían ácido acetilsalicílico.
En 1763, Edward Stone presentó un informe ante la Real Sociedad de Medicina Inglesa en el que reconocía las propiedades de la aspirina. A través de un estudio realizado en 50 pacientes con fiebre, Stone destacó la efectividad antipirética de la sustancia.
En 1853, el químico francés Charles Frédéric Gerhardt intentó la acetilación de la salicina, pero la solución resultante presentaba efectos adversos significativos. No fue hasta 1859 que Herman Kolbe logró sintetizar químicamente el ácido salicílico. Sin embargo, esta sustancia presentaba ciertos inconvenientes, como un sabor amargo pronunciado y la capacidad de irritar el estómago.
En la década de 1890, el químico alemán Felix Hoffmann, empleado de la compañía farmacéutica Bayer, logró sintetizar ácido acetilsalicílico de manera pura y estable. Este compuesto, que deriva del ácido salicílico, se convirtió en lo que conocemos hoy como la aspirina.
Tras sus investigaciones, es en 1897 cuando daba cuenta a su superior de su descubrimiento, un procedimiento para obtener el ácido acetilsalicílico, un producto con los usos terapéuticos deseados pero más estable y puro químicamente y sin los efectos secundarios que provocaba el ácido salicílico.
Su eficacia terapéutica como analgésico y antiinflamatorio fue descrita en 1899 por el farmacólogo alemán Heinrich Dreser. Ese mismo año fue patentado con el nombre de Aspirin.
Aunque su origen está ligado al alivio del dolor y la fiebre, a lo largo de los años se han descubierto una serie de aplicaciones médicas para la aspirina. Se ha utilizado para prevenir accidentes cerebrovasculares y ataques cardíacos en pacientes con riesgo cardiovascular, gracias a su capacidad para reducir la agregación plaquetaria y evitar la formación de coágulos sanguíneos.
Además, estudios recientes sugieren que la aspirina podría tener un papel en la prevención de algunos tipos de cáncer, como el cáncer colorrectal.