
La viruela del mono es una enfermedad zoonótica rara causada por el virus del mismo nombre, perteneciente a la familia de los orthopoxvirus. Originalmente identificada en simios en 1958, el primer caso humano fue reportado en 1970 en la República Democrática del Congo.
Desde entonces, se ha observado principalmente en regiones de África central y occidental, aunque ocasionalmente se registran brotes en otras partes del mundo debido a la globalización y el comercio de animales exóticos.
La enfermedad comienza con síntomas similares a los de la gripe: fiebre, dolor de cabeza intenso, dolores musculares, fatiga y ganglios linfáticos inflamados.
A los pocos días, aparece una erupción cutánea que progresa de manchas planas a pústulas llenas de líquido. Estas lesiones suelen comenzar en la cara y luego se extienden al resto del cuerpo, incluyendo palmas de las manos y plantas de los pies.
La viruela del mono puede durar entre dos y cuatro semanas, y en la mayoría de los casos, los pacientes se recuperan sin tratamiento específico.
Aunque la mayoría de los casos de viruela del mono son leves, la enfermedad puede ser grave en ciertos grupos de riesgo, como niños, personas con sistemas inmunitarios debilitados y aquellos con condiciones de salud preexistentes.
Las complicaciones graves pueden incluir infecciones secundarias, neumonía, sepsis y encefalitis, que pueden llevar a la muerte en casos raros.
No existe un tratamiento específico aprobado para la viruela del mono, pero los antivirales utilizados contra otros orthopoxvirus, como el tecovirimat, pueden ser efectivos.