
El Ozempic, cuyo principio activo es la semaglutida, se desarrolló como tratamiento para la diabetes mellitus tipo 2, ayudando a regular el azúcar en sangre y mejorar la secreción de insulina.
En los últimos años ha ganado popularidad como un medicamento para perder peso, pero los expertos informaron que se tiene que llevar con tratamiento.
La semaglutida actúa sobre el receptor de la hormona GLP-1, que desempeña un papel clave en la regulación del apetito, la digestión y la secreción de insulina.
Este medicamento disminuye la sensación de hambre, retrasa el vaciamiento gástrico y mejora el metabolismo de los pacientes.
Sin embargo, el uso no supervisado de Ozempic puede tener consecuencias graves para la salud.
Entre los problemas que se pueden tener están los gastrointestinales, como las náuseas, vómitos, diarrea y estreñimiento.
La rápida pérdida de peso sin un plan nutricional adecuado puede provocar la depleción muscular, lo que reduce el metabolismo basal y aumenta el riesgo de recuperar el peso perdido.
Al suspender el medicamento, es común que los pacientes recuperen el peso perdido. Este efecto se agrava si no se han implementado cambios en el estilo de vida.
En casos raros, Ozempic puede provocar efectos secundarios severos como pancreatitis, problemas renales o hipoglucemia. Estos riesgos aumentan si se usa sin monitoreo profesional.