
La obesidad es una enfermedad multifactorial influenciada por la genética y el entorno. Los avances científicos han permitido identificar genes que podrían predisponer a una persona a ganar peso con mayor facilidad.
Existen genes que juegan un papel clave en la regulación del metabolismo y la acumulación de grasa corporal. Uno de ellos es el FABP2, un gen que codifica una proteína encargada de internalizar ácidos grasos provenientes de la dieta.
Además de FABP2, otros genes como FTO, MC4R y LEPR han sido asociados con el control del apetito, la distribución de la grasa y el metabolismo energético.
Para determinar si una persona tiene un mayor riesgo genético de obesidad, se realizan pruebas de ADN especializadas.
En el sector privado ya existen empresas que ofrecen pruebas de ADN orientadas a la nutrición personalizada, con costos que pueden variar desde dos mil pesos hasta 10 mil pesos, dependiendo de la cantidad de genes analizados.
La obesidad tiene una fuerte relación con la genética, pero el entorno y los hábitos también juegan un papel crucial. Si bien las pruebas genéticas pueden ser una herramienta valiosa, el enfoque principal debe seguir siendo una alimentación saludable y la actividad física.