
La microbiota es lo que se conoce como bacterias buenas. Estas viven en el cuerpo y tienen diferentes funciones, pues se alojan en la boca, piel, bronquios, intestinos y otros órganos, básicamente, donde hay mucosas.
Sin embargo, más del 70 u 80 por ciento se encuentran en el tracto digestivo. En ese sentido, se ha demostrado que tener una microbiota diversa y saludable, ayuda a la salud.
Existen diferentes factores que contribuyen a su equilibrio, pero los primeros años de vida son básicos. De acuerdo a los expertos, esta se desarrolla durante los primeros mil días de vida.
La leche materna es un factor clave, en especial, por su contenido de oligosacáridos de la leche humana o HMOs.
Los oligosacáridos de la leche materna son el tercer componente sólido más abundante en la leche humana, después de la lactosa y las grasas. Se trata de azúcares complejos que no son digeribles para el bebé.
Sin embargo, actúan como probióticos, alimentando las bacterias buenas del intestino, que ayudan a reforzar las defensas del bebé. En consecuencia, fortalecen el sistema inmunológico, lo que actúa como protección en el caso de las alergias alimentarias.