
Dolor en el abdomen, orina oscura, cambios en la piel e hinchazón pueden ser signos de un problema hepático. El hígado graso es muy frecuente y su detección temprana mejora la calidad de vida.
El hígado graso no siempre da señales tempranas. A veces, cuando los síntomas son muy notorios, significa que el problema avanzó demasiado y que ya hay complicaciones. Además, suele existir una confusión que vincula los problemas hepáticos con el consumo de alcohol, cuando lo cierto es que el hígado graso no siempre responde a esa causa.
Es por ello estar atento a algunas señales puede llevar a un mejor diagnóstico e identificación de las posibles causas.
No existe una única forma de presentación del hígado graso, por lo que las señales varían de persona a persona. De manera general, como su nombre lo indica, se trata de la acumulación excesiva de grasa en el hígado.
Se puede hacer el diagnóstico cuando más del 5 % de las células del hígado tienen vesículas grandes de grasa en su interior. Para certificarlo, es necesario realizar estudios de imágenes y, de ser pertinente, una biopsia.
Además, se puede clasificar a la condición en dos tipos principales: hígado graso no alcohólico (EHGNA) e hígado graso alcohólico (EHGA). En sí, esta categorización depende de la causa.
El hígado graso no alcohólico simple tiene acumulación de grasa en el hígado, pero sin inflamación ni daño en el órgano. Por lo tanto, puede no presentar síntomas ni señales a lo largo de toda la vida de la persona: