
El aumento global de la obesidad y los trastornos metabólicos han incrementado la prevalencia del hígado graso, que en sus etapas iniciales no presenta síntomas pero puede derivar en cirrosis, diabetes y cáncer hepático. La detección temprana y el cambio en el estilo de vida son claves para prevenir complicaciones graves.
Se convirtió en una de las enfermedades hepáticas más comunes a nivel mundial, afectando aproximadamente a una de cada cuatro personas. Muchas personas no saben que lo padecen, ya que en sus primeras etapas suele no presentar síntomas.
El hígado graso se caracteriza por la acumulación de más del 5% de grasa en el tejido hepático. Si bien tradicionalmente se vinculaba al consumo excesivo de alcohol, hoy en día se reconoce que existen múltiples causas para esta enfermedad.
Sin embargo, advierten que también está relacionada con la disfunción metabólica y el uso de ciertos medicamentos que favorecen esta acumulación. La confirmación es que más del 5% del tejido hepático contiene grasa.
El aumento en los casos de hígado graso está directamente vinculado con el crecimiento global de la obesidad y las enfermedades metabólicas.
Contrario a la creencia popular, no afecta solo a quienes consumen alcohol en exceso. La mayoría de los casos actuales corresponden a la variante no alcohólica,
Algunos pacientes pueden experimentar molestias debajo de las costillas, hacia el lado derecho, pero en general el diagnóstico se realiza de forma incidental a través de estudios de imagen o alteraciones en exámenes hepáticos.