
Las varices son un problema que afecta a hombres y mujeres, es un problema que va más allá de lo estético, y que tiene raíces en el funcionamiento interno del sistema circulatorio. Las várices no aparecen de la nada ni son simplemente una cuestión de edad, hay muchos factores que influyen en su aparición y progresión.
Cuando se habla de qué son las várices, se hace referencia a un problema circulatorio que se hace visible en la piel, sobre todo en las piernas. Las várices son venas que han perdido su forma original y su elasticidad, esto provoca que se ensanchen, se deformen y dejen de conducir la sangre de forma eficiente.
El origen de las várices suele estar en el mal funcionamiento de las válvulas venosas, estas son estructuras internas que impiden que la sangre fluya hacia atrás, pero que, al fallar, permiten que se acumule en determinadas zonas, ejerciendo presión sobre las paredes de las venas hasta que estas se dilatan y se marcan en la piel.
Esta no es una condición es exclusiva de personas mayores, también puede presentarse en jóvenes, especialmente si hay antecedentes familiares, sedentarismo, sobrepeso o cambios hormonales frecuentes, como los que se dan durante el embarazo.
Las várices pueden ser superficiales, notorias y de color azul o morado, o más profundas, no visibles, pero con efectos similares a los de la pesadez, dolor, calambres o sensación de ardor.
A diferencia de otros problemas estéticos, las várices tienen una base médica que no debe ignorarse. Porque no solo cambian la apariencia de las piernas, también pueden evolucionar hasta provocar problemas como la dermatitis, úlceras o trombosis. Por eso es importante atenderlas a tiempo, más allá de la molestia visual que provocan.