
Los químicos presentes en el medio ambiente, productos cotidianos y algunos alimentos repercuten de forma negativa en el metabolismo y favorecen la obesidad con el tiempo, informaron algunos especialistas.
Los esfuerzos para mantener un peso saludable dependen del balance calórico, como se pensaba inicialmente.
A través de la ciencia se dio a conocer que la exposición a contaminantes ambientales, conocidos como «obesógenos», que podrían estar impidiendo la pérdida de peso y el control de la glucemia,
Según una revisión sistemática publicada en Obesity Reviews, solo seis estudios en humanos han examinado directamente esta cuestión. La evidencia sugiere que:
Ftalatos y parabenos se han asociado con una pérdida de grasa más lenta. Por ejemplo, un aumento en metil o propil paraben predijo un incremento en el IMC. Un aumento en monobencil-ftalato se relacionó con un aumento en la circunferencia de la cintura y el porcentaje de grasa corporal.
Los contaminantes del aire, como las partículas PM2.5 y PM10, se asociaron con mejoras adiposas deterioradas, aunque el efecto en el IMC no fue biológicamente significativo.