La metformina y el páncreas

La metformina actúa en varios niveles. Su función principal es disminuir la producción de glucosa en el hígado y mejorar la sensibilidad de los tejidos a la insulina.

Sin embargo, en algunos casos se hablaba de que la metformina desgastaba el páncreas, aunque los especialistas aseguraron que el medicamento no obliga a trabajar más al órgano, no genera picos de insulina, no crea adicción física, lo que ayuda es a reducir la sobrecarga y la resistencia a la insulina.

La resistencia a la insulina es un fenómeno que ocurre cuando el cuerpo necesita cada vez más insulina para hacer lo mismo, porque los receptores celulares ya no responden bien.

Es decir, en un cuerpo sano, la insulina «abre la cerradura» fácilmente para que la glucosa pueda entrar y ser usada como energía. Con la resistencia a la insulina, las cerraduras se «atascan» o ya no encajan bien. El páncreas, al notar que la glucosa no entra, produce más y más «llaves» (insulina) para intentar abrir las puertas, lo que al final lo fatiga.

Lo que daña al páncreas no es el medicamento, sino el exceso crónico de glucosa y la inflamación metabólica que no se controla.

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