
El sarampión se contagia con facilidad, incluso por superficies y gotas de saliva, lo que aumenta su riesgo y exige medidas rápidas de prevención.
Es una enfermedad viral altamente contagiosa que ha resurgido en varias partes del mundo, incluyendo Estados Unidos y América Latina. En México, su presencia se ha incrementado de forma notable en los últimos años.
El sarampión es una enfermedad viral muy contagiosa que afecta principalmente a los niños, como explican los Institutos Nacionales de la Salud de EE. UU. (NIH).
Está causado por un virus perteneciente a la familia Paramyxoviridae. A diferencia de otras enfermedades, el virus del sarampión solo se transmite de persona a persona; no existen animales que lo porten o propaguen, de acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. (CDC).
El virus ingresa al cuerpo a través de los pulmones cuando la persona respira una gota —microscópica o invisible al ojo humano— de saliva contaminada. En este proceso, el sarampión infecta los linfocitos, un tipo de célula que ayuda al sistema inmune a reconocer y combatir infecciones.
Una vez que vence la barrera de estas células, la infección entra al torrente sanguíneo y llega a todo el organismo. Una de las características más preocupantes de este virus es que puede debilitar temporalmente el sistema inmune de la persona infectada, haciéndola más vulnerable a otras enfermedades durante semanas.