
La menopausia puede ser una de las etapas más complejas en la vida de una mujer. Los cambios hormonales que se producen en este periodo no solo provocan bochornos y cansancio, sino que también pueden reducir la resistencia de los huesos, aumentando el riesgo de fracturas.
Aunque estos síntomas son considerados parte natural del proceso, existen problemas que, si no se atienden, pueden salirse de control y agravar enfermedades preexistentes.
La menopausia es un proceso biológico natural que suele presentarse entre los 45 y 55 años. Sin embargo, puede ocurrir antes —incluso a los 35— debido a condiciones patológicas como enfermedades autoinmunes o hipotiroidismo, o más tarde si existe una historia familiar de enfermedades crónicas o una mayor carga hormonal.
Los síntomas más comunes incluyen:
Sofocos o bochornos: sensación repentina de calor en la parte superior del cuerpo, que puede acompañarse de sudoración intensa y escalofríos.
Sudores nocturnos: que dificultan el descanso.
Cambios de humor: irritabilidad, tristeza o ansiedad.
Alteraciones del sueño: insomnio, principalmente a causa de los sofocos.
Resequedad vaginal: que puede provocar molestias o dolor durante las relaciones sexuales.
Problemas de memoria y concentración.
Cambios en la piel y el cabello, que pueden volverse más secos.
Aumento de peso o redistribución de la grasa corporal.