Semaglutida y sus complicaciones

La semaglutida ha ganado popularidad por su efecto en la pérdida de peso, pero usarlo sin receta pone en riesgo la salud

La promesa de un cuerpo esbelto con una simple inyección convirtió a la semaglutida en un fenómeno global. Aunque fue diseñado para pacientes con diabetes tipo 2, su popularidad creció entre quienes buscan perder peso rápidamente.

Fue creada para personas con diabetes tipo 2. Su sustancia activa es la semaglutida, cuya función principal es ayudar al páncreas a liberar la cantidad adecuada de insulina cuando los niveles de azúcar en la sangre son altos.

Además, imita los efectos de la hormona GLP-1, encargada de regular cómo el cuerpo transforma los alimentos en energía. Gracias a esta acción, la semaglutida disminuye el apetito, genera sensación de saciedad y retrasa el paso de los alimentos al intestino delgado, lo que favorece la pérdida de peso.

La misma característica ha impulsado un “uso irracional” de la semaglutida, explica el doctor Castañeda, sobre todo alentado por las tendencias en redes sociales que la promueven como una solución rápida para adelgazar.

De hecho, estudios de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) señalan que el uso de semaglutida durante 20 semanas o menos, como único complemento a la dieta y al ejercicio, no garantiza un control sostenido del peso. Además, al suspender el tratamiento, la mayoría de los pacientes recupera gran parte de los kilos perdidos.

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