Pérdida del olfato podría ser permanente tras contraer COVID

Hasta el 80 % de quienes perdieron el olfato por COVID siguen con alteraciones dos años después; la ciencia alerta que el daño podría ser irreversible en algunos casos.

Un estudio reciente en JAMA Network Open evaluó a más de 3 mil 500 adultos con antecedentes de COVID‑19, sometiéndolos a la prueba objetiva de identificación olfativa de la Universidad de Pensilvania (UPSIT, por sus siglas en inglés).

Los resultados mostraron que alrededor del 80 % de las personas que reportaron pérdida o alteración del olfato tras la infección por COVID continuaron obteniendo puntajes reducidos en pruebas olfativas hasta casi dos años después.

Dentro de ese grupo, cerca del 23 % presentaba una disminución severa (microsmia) o pérdida total del sentido del olfato (anosmia).

Lo más sorprendente: entre los pacientes que no reportaron síntomas olfativos, un 66 % también mostró hiposmia oculta (es decir, función olfativa disminuida detectada únicamente mediante pruebas formales).

Esto sugiere que la disfunción olfativa relacionada con COVID puede pasar desapercibida para muchos.

Para entender mejor este fenómeno, conviene distinguir los términos más comunes según Health Library:

Anosmia: pérdida total del sentido del olfato.

Hiposmia: disminución de la capacidad olfativa (olfato presente pero debilitado).

Parosmia: distorsión en la percepción de olores (algo huele distinto o “mal”).

Fantosmia: percibir olores inexistentes (por ejemplo, un aroma que solo “sientes” sin fuente).

Estas alteraciones tienen distintos niveles de impacto: alguien con hiposmia puede simplemente no oler tan bien como antes, pero con parosmia puede comer alimentos agradables y de pronto “olerlos mal”, lo cual deteriora la calidad de vida.

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