
Algunos expertos consideraron que comer antes de dormir puede dificultar la digestión, alterar el equilibrio hormonal y aumentar el riesgo de problemas metabólicos.
De acuerdo con un estudio publicado en la MDPI, no solo importa qué comer, sino cuándo se hace.
Esa es la premisa central de la crononutrición, una rama emergente de la ciencia que estudia cómo el momento en que se consumen los alimento e interactúa con los ritmos circadianos —los relojes biológicos internos que regulan funciones como el metabolismo, el sueño, la digestión y la liberación hormonal—.
Según el Instituto Nacional del Corazón, Pulmón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos, la rutina alimentaria ha cambiado drásticamente en el mundo moderno.
Un artículo publicado en Frontiers in Endocrinology destaca que comer muy tarde o a deshoras puede desajustar el reloj circadiano y aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas como obesidad, diabetes tipo 2 y trastornos cardiovasculares. En otras palabras, el momento de nuestras comidas es tan determinante como la calidad de lo que comemos.