El papel invisible del cuidador en México

El cuidado de personas enfermas recae sobre mujeres. Las cuidadoras sufren un impacto físico, emocional y económico en México.

Cuidar a un ser amado, en especial si se encuentra enfermo, implica un desgaste profundo. En México, las personas cuidadoras —en su mayoría mujeres— enfrentan jornadas agotadoras sin apoyo ni reconocimiento.

Datos indican que el 31 % de las mujeres cuidadoras duerme menos, el 22 % sufre irritabilidad, el 16.3 % enfrenta depresión y el 12.7 % manifiesta síntomas físicos por agotamiento.

Este nivel de desgaste afecta su salud, su estado de ánimo y su estabilidad emocional, generando aislamiento social y pérdida de proyectos personales.

En México, el trabajo de cuidado no pagado representa el 26.6 % del Producto Interno Bruto, pero sigue siendo invisibilizado.

Las mujeres realizan el 71 % de las tareas de cuidado, y por cada 100 horas dedicadas, 63 son trabajo no remunerado. Se estima que desde los 12 años, las niñas asumen tareas de cuidado, destinando hasta 38 horas semanales a estas labores.

Además, solo el 30 % de las cuidadoras tiene un empleo remunerado, y muchas renuncian por la carga de cuidado, lo que perpetúa la desigualdad económica.

Cuidar tiene un precio alto, tanto emocional como económico. Una cuidadora gana entre 6 mil y 8 mil pesos al mes, mientras que una enfermera profesional puede recibir entre 12 mil y 22 mil pesos.

A esto se suma la reducción de ingresos: el 28 % de las mujeres y el 11 % de los hombres dejan su trabajo para cuidar, y quienes lo conservan deben reducir su jornada a menos de 35 horas semanales, generando una fuerte presión económica.

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